Un diálogo entre máquinas y dioses
En 1997 un hecho fortuito dio lugar a un museo que nadie en Roma esperaba. La renovación de algunas salas de los Museos Capitolinos obligó a reubicar una selección de esculturas del icónico museo. Las obras fueron a parar a una central eléctrica en desuso: la Central Termoeléctrica Giovanni Montemartini.
Lo que debía ser una solución temporal se transformó en algo extraordinario. Cuatro años después, en 2001, aquel experimento museográfico se convirtió en museo permanente.
El espacio patrimonial industrial en el que se despliegan las obras de arte resalta la belleza de las esculturas, mosaicos y otras reliquias antiguas que se exhiben. Al mismo tiempo, se establece un diálogo entre los artefactos clásicos y la maquinaria industrial que nos hace reflexionar sobre la puesta en valor de patrimonios de muy distintas épocas y carácter. Un encuentro entre las máquinas y los dioses aún desconocido para muchos visitantes a la ciudad eterna.